lunes, 15 de julio de 2013

El refresco del verano

Nuestro amigo Jesús, natural de Camarillas, nos dio a conocer el refresco que  suministraba su abuela a los nietos y nietas las tardes de verano. Llamaba a todos ellos para pasarles un brebaje que estos tomaban con ilusión, regodeándose y esperando el próximo reparto, el cual, invariablemente, tenía lugar al día siguiente por la tarde.
La abuela llamaba al refresco y los nietos y nietas acudían sin rechistar. Esta bebida era de uso habitual en los lugares hasta que llegaron las gaseosas de papel, un gran invento del siglo XX.
La Real Academia de la Lengua, desde 1737, nos indica que un refresco es, entre otras definiciones, una bebida fría y atemperante. A partir de 1884 nos informa de que el refresco que tomaban Jesús y sus primos era la vinagrada, un refresco compuesto por agua, vinagre y azúcar.
También podemos encontrar este refresco en el Diccionario de María Moliner.
Puestos a indagar en la historia de la vinagrada, descubrimos que se trata de una bebida muy antigua. Se la conoce como posca en tiempo de los romanos.
Ha sido tal la importancia del vinagre junto al agua como aporte atemperante que se han referido a él los narradores de la antigüedad.
Suetonio nos confirma que la bebida era vendida en las calles, Plinio la define como bebida propia de la civilización romana, Plutarco destaca su importancia para aplacar la sed y limpiar las aguas desconocidas y Apiano la echa de menos en la conquista de Iberia por los romanos, por lo que muchos de sus correligionarios sufrían del vientre.
Plauto, autor “oficial” de obras de teatro cómicas y cínicas, deja caer, a través de su personaje Palestrión, que las clases altas de Roma se emborrachan con vino, mientras que los siervos han de conformarse con posca.
Galeno, en el siglo II después de Cristo, fue responsable de la dieta y salud de los gladiadores, así como médico del emperador Marco Antonio, y, entre otras cosas, aconsejaba del uso de la posca en la ración diaria de los ejércitos, aparte de para otros usos terapéuticos.
También hay que recordar la escena de la Biblia en la que Jesús, estando crucificado, dice tener sed. Un soldado romano le acerca una esponja empapada en vinagre, seguramente posca.
Carlos Rollín, en su Historia de las Artes y de las Ciencias, traducida al castellano y publicada en Madrid, en la Imprenta de Blas Román, el año 1776, nos cuenta que los ejércitos de Roma consumían, en su dieta diaria, posca, y que incluso los hombres de campo la tomaban como refrigerante. Pedro María González, en 1805, en su “Tratado de las enfermedades de la gente de mar en la que se exponen sus causas, y los medios de precaverlas” aconseja su ingesta por los marineros y, aparte, para la limpieza del interior de los navíos.
Pero, en fin, hemos intentado reconstruir el refresco que Jesús bebió en su infancia y adolescencia en el lugar de Camarillas y nos hemos quedado con la siguiente reconstrucción.

Ingredientes:

Agua fresca de la fuente
Vinagre
Azúcar

Modo de hacerlo:
Echar agua fresca de la fuente en un vaso.
Añadir de una a cuatro cucharadas de azúcar (según el gusto).
Añadir vinagre hasta encontrar un gusto apropiado y agradable.
Tomar fresco.

Una anotación: El vinagre ha de ser de buen vino, de color claro, lleno de espíritu picante, ácido, fuerte y de color aromático agradable. Recomendación realizada por Pedro María González.

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